Stepan Boymouchakian (89 años): “Me ha ido bien en la vida porque siempre he ido por el camino correcto, sin hacer mal a nadie”
Socio fundador de la Asociación de Residentes Armenios de Mar del Plata, Stepan Boymouchakian, ha celebrado el pasado 14 de abril sus 89 años junto a familia y amistades, recibiendo numerosas muestras de admiración y cariño de la colectividad. Armenio nacido en Siria, llegó a la Argentina en 1959 con 25 años "en busca de nuevos horizontes". En esta ciudad junto al mar encontró su lugar en el mundo donde sigue participando activamente para honrar sus raíces.
Desde pastor de animales en Siria a fotógrafo de turistas en Mar del Plata, no debe haber oficio que no haya realizado Boymouchakian, según él mismo explica. "¿Quieres que te le cuente todo?", pregunta desde su sillón en una segunda planta con vistas a un rosado atardecer. Y con sus recuerdos viajamos a la ciudad de Kessab, al noroeste de Siria, donde a los 11 años su padre lo sacó del colegio "porque no podía pagarlo". Durante cuatro años se dedicó al pastoreo hasta que un hermano se fue al Líbano y decidió seguirlo.
"Yo también quiero ir, dije y me fui. Allá empecé el oficio de almacenero. Como no había mucho trabajo y mi hermano trabajaba de zapatero yo le ayudaba. Cuando me acordé era aprendiz de zapatos, entonces agarré zapatería, vine a Argentina como zapatero, después dejé y empecé tejido de maquinaria, pulóveres. Después de un tiempo lo dejé para hacer fotografía y estuve unos 13 años sacando fotos en la playa. Después me fui a visitar a mi familia. Cuando volví a Mar del Plata, digo, bueno tengo un poco de plata. Entonces me compré un negocio de sandwichería. Me quedé... ¿Cuántos años? Veintinueve, ¿no? Me parece que sí, veintinueve años metido en gastronomía"...
Inmigrante de "mucho trabajo, esfuerzo y sacrificios", Stepan asegura con su marcado acento extranjero que en la vida le ha ido bien por un motivo: "Siempre fui por el camino correcto, sin hacer mal a nadie". Es el legado que junto a su mujer Anahid Abachian dejó a sus dos hijas, Claudia y Silvia y su único nieto Juan José (30 años), la luz de sus ojos. "Al nieto lo criamos con mi mujer porque Silvia trabajaba mucho, lo quiero como a un hijo, de verdad", confiesa Stepan que no pasa un día sin que Juan José le mande un mensaje antes de irse a dormir.
Descendiente de los que sobrevivieron al genocidio hace 108 años, cuenta que su padre se salvó porque estaba en el ejército turco y manejaba carretas, entonces pudo regresar a su pueblo. Pero de la familia no volvieron a ver a ninguno de los que mandaron para el desierto.
Stepan es el anteúltimo de siete hermanos, ahora solo le queda en Siria su hermana menor Sirvart Boymouchakian (87 años) que vino dos veces de visita a Argentina, y conocieron juntos Bariloche y las Cataratas del Iguazú. Él pudo regresar a su país natal cuatro veces: "No cualquiera lo hace o puede hacerlo, no sé", reflexiona agradecido y afortunado porque pudo hacer que sus padres conocieran a sus nietas. "Después de casarme le dije a mi mujer que cuando cumpliéramos 10 años íbamos a viajar. Y fuimos con mis dos hijas de 6 y 7 años", recuerda con la emoción de revivir ese momento en el que su madre salió a la puerta y preguntó: "¿Estas chiquitas quienes son? Tus nietas le dije. Yo empecé a llorar..."
A su mujer Anahí, también armenia de Kessab, la conoció en Mar del Plata porque fue a parar a la casa de su padre cuando llegó de Siria: "Ella había venido con su familia cuando tenía dos años y tenía cuatro hermanos, familia grande, ya no queda ninguno, solo yo", señala.
EL GUARDIÁN DE LAS RAÍCES ARMENIAS
Cuando Stepan trabajaba en la playa comenzó a conocer a otros armenios. "Un día vino uno y me contó que estaban formando una colectividad, porque en el 63 se había disuelto una, y me preguntó si quería ir". No solo fue sino que se involucró tanto que tuvo la gran idea de comprar un lugar para reunirse y no paró hasta conseguir la sede que aún mantienen en la calle 11 de Septiembre 3680.
"Si no compramos una sede, no va a durar mucho. Va a ser como la otra que no tenía sede y hacían reunión en la casa de uno, la casa de otro... a mí no me gusta esa casa no voy. A otros no les gusta esa casa y no vienen... Entonces empezamos a buscar algo y todos de acuerdo. Pero no hay plata y cada uno tenía que hacer una donación... Y conseguimos una casa y la compramos en el año 87. Así que 35 años ya pasaron... No fui presidente, yo perfil bajo, no me gusta estar frente o mi capacidad intelectual no me da, un cargo siempre tenía, o vocal o asesor de cuentas, nunca dejé de participar... y me dieron este año un diploma por ayudar a la colectividad...
Stepan mantiene su idioma natal. "Lo hablo, escribo... aunque el armenio de la diáspora tiene pequeñas diferencias. Cuando estuve allá un sobrino me dijo: Tío qué raro, no has olvidado nuestro idioma. Pero si yo soy armenio, ¿cómo no voy a hablar?", comenta con gracia. Tampoco se priva de la deliciosa comida de sus orígenes, que antes preparaba tan bien Anahí y ahora su hija Silvia que lo cuida y acompaña.
En Argentina se vivió todas las crisis económicas sin amedrentarse. "Mira, tanto negocio, pasé mal, pasé bien, aguanté. Vino un momento que no podía pagar el alquiler donde estaba... Hay que tener optimismo y conducta a pesar de todo...", señala Stepan y agradece: "Dios siempre me ayudó, no me puedo quejar".
Para su nieto Juan José y las generaciones jóvenes solo tiene un consejo que a él le sirvió en su vida:
Camina correcto en el mundo, correcto, no falsificación para allá, maldad para ahí, no, vos caminas, tu conciencia, derecho, nada más. Bueno, no soy tan educado intelectualmente pero me defiendo con mi forma de ser, mi pensamiento es no hacer mal a nadie. Correcto, moralmente... Si todos caminaran así, el mundo estaría más tranquilo...
Nota al pie: En la Asociación de Residentes Armenios en Mar del Plata siempre hay una ocasión para preparar un menú con sus especialidades como las típicas empanadas Lehmeyun, o el postre de hojaldre y nueces Baklava. Sin ir más lejos, el próximo sábado 20 de mayo se celebra con un buffete típico el Día de la Independencia de Armenia en un festejo abierto a toda la comunidad que sirve para mantener en pie la sede de los inmigrantes que como Stepan trabajaron siempre por Argentina tanto como por mantener propias raíces.