Hugo Fernández (73 años): “Me salvé raspando, parece que me han dado una licencia más para seguir disfrutando de Abuelos Narradores”
Hugo Fernández es "El Abuelo Narrador". El único que, desde el año 2015, persiste entre las mujeres del Club de Abuelos de Narradores de Mar del Plata. Protagonista sin quererlo, solo por ser un señor mayor que se atreve a narrar cuentos y poesías y bailar y cantar junto a sus compañeras acapara toda la atención. Es como un Rey Mago cuando visita los jardines municipales. Entre los más pequeños y también entre sus pares, la presencia de Hugo es muy notoria, tanto como su ausencia. Estas semanas causada por una intervención de urgencia de la que se va recuperando con ánimos y ganas de volver a su actividad favorita.
"Lo bueno es que me salvé y raspando, parece que me han dado una licencia más para seguir disfrutando de Abuelos Narradores", señala Hugo con optimismo. "Me tomó de sorpresa una peritonitis, medio complicada al principio, pero voy saliendo. Ahora falta la recuperación y ahí es donde tengo que poner lo mío y cuidarme", explica la situación sin dejar de lamentar que estará 15 días sin poder ir a su "queridito" Club de Abuelos Narradores: "Voy a extrañar a mis compañeras que las aprecio infinitamente", recalca desde su reposo obligado.
Hugo al fin comparte su estrella con Iván, un narrador que ingresó el año pasado y promocionó. "Ahora ya no estoy solo contra el mundo", celebra al nuevo abuelo que pronto vivirá la "maravillosa experiencia" de narrar a nińas y niños.
"Originario de Mar del Plata", padre de Eugenia (39 años) y Rodrigo (45 años). Exempleado de Casinos, se jubiló después de 44 años en el oficio y decidió dedicar su nueva vida a la búsqueda de actividades que lo conecten con su creatividad.
"Lo primero que hice al jubilarme es buscar algo relacionado con el dibujo y fui durante cinco años al taller de dibujo y pintura de PUAM (Programa Universitario de Aprendizajes Mayores). Me encanta pintar desde chico, pero mi ser no me permite disfrutarlo, porque no puedo estar solo, tengo que estar con gente con la que pueda compartir… me encanta estar acompañado. Así que empecé a buscar otra cosa", recuerda Hugo que se enteró del Club de Abuelos Narradores por un folleto que cayó en sus manos.
Sin tener ninguna experiencia, Hugo enseguida se sintió a gusto. "Cuando arrancas el primer año de preparación piden muchos requisitos, pero para mí el principal son los niños. Lo demás, podés tenerlo o no, pero todo se compensa con la necesidad de compartir con los chicos", afirma el abuelo narrador que considera que vivimos en una sociedad extremadamente materialista, plagada de noticias horribles que se pueden revertir con cariño y buenos ejemplos. "Yo veo que es una sociedad muy disgregada, los chicos pasan a ser grandes de chiquitos y lo más importante es que disfruten la infancia", remarca esperanzado.
"No sé qué pasa con los hombres... no se integran"
"El tema de narrar lo llevé a los ponchazos porque no tengo ninguna base educativa. Uno va descubriendo la literatura con el tiempo, a medida que va aprendiendo del material que se usa… Traté de adaptarme y aprendí mucho de la profesora y mis compañeras", agradece Hugo. Sin embargo, no deja de asombrarse por la falta de congéneres tanto en este taller como en otros de los que participó. "¿Dónde están los hombres? Me sorprende que sea casi inexistente el interés. Cuando ingresé había solo un varón, pero al año siguiente no volvió. Después se agregaban algunos, pero abandonaban a las pocas clases", reflexiona. "No sé qué pasa con los hombres porque no solo en el Club de Narradores sino en general, no se integran…", se queda pensando.
Hugo se enganchó tanto con las narraciones que actualmente está realizando un curso para mejorar su escritura y ya lleva escritos más de ochenta cuentos infantiles. No son los que comparte en los jardines porque tienen que ser textos de autores consagrados. "Para narrar a los chicos elijo los cuentos de acuerdo a las edades y en determinadas salas hay que tener cuidado porque algunos no están preparados a nivel de comprensión. Lo que veo es que vienen como atrasados, ya sea por la pandemia u otros factores", señaló Hugo que antes de ir a los jardines se reúne con sus compañeras para preparar cada encuentro. "Somos varios y nos complementamos, cada cual a su forma va encontrando su motivación y probando. En mi grupo caí de paracaidista, pero la verdad es que me siento muy bien. Quizás me cuesta porque me faltan muchas herramientas que tienen las chicas por haber sido docentes o hacer teatro u otras cosas a nivel artístico", admite el narrador.
"Narrar no es fácil porque hay chicos que se distraen, otros prestan mucha atención, pero no es que a todos les gusta… creo que hoy en día es más que nada la situación, como puedo decir, para ellos es difícil digerir todo lo que pasa en este momento a su alrededor. Además, se ve que muchos son niños faltos de afecto, muy dejados de lado… quizás es por la falta de capacidad de los padres, quizás por la edad a la que están teniendo a los chicos: hay madres de 12 o 13 años. Esa falta de un ambiente propicio donde viven los niños y estar rodeados de tanto negativo, hace que se pierda el valor de la familia", reflexiona Hugo que concluye: "Los chicos son el futuro, nosotros mal o bien venimos de una generación con cosas buenas en la cabeza, y por eso estamos haciendo esto creo yo".
Sin tener nietos propios Hugo se siente el abuelo más orgulloso: "Creo que es primordial que los niños se eduquen en un ambiente apto para tomar los caminos correctos. Y no hablo solo de nuestra ciudad o nuestro país, me parece que es universal, estamos en un mundo muy materialista… El nuestro es un granito de arena, pero si no haces nada no cambia nada", afirma con verdadera convicción.