GraCiela Vergel... "Una niñita anciana se pierde en la gramática"...

27.07.2021

¿Cómo nace un poema? ¿Cuándo un escritor descubre que es poeta? @GracielaVergel, licenciada en Psicopedagogía y psicóloga, se refugió en la poesía desde niña, pero por circunstancias de la vida, solo después de los 50 años comenzó a dedicarse sistemáticamente al hecho poético. Hoy tiene casi 72 y quiere vivir más de 100 años para hacer de la poesía no solo su estilo de vida, sino su único y amado oficio. Porteña de nacimiento, actualmente residente de Villa Gesell, desde la pandemia cumple su sueño de amanecer cada día junto al mar, mientras dedica más tiempo a su gran pasión con el objetivo de publicar su primer libro.

El título de este artículo es la autodescripción con la que Graciela Vergel se presenta en su Facebook. Aunque es fácil descubrir en ella a la niñita, nunca aparece la anciana que menciona. La poeta es más bien una mujer sin edad, o con la edad de su espíritu tan pleno de belleza que rejuvenece leerla y escucharla. Escribe con la grandeza de las palabras sencillas y no escatima su don. Narra de igual manera, con una voz que seduce y aquieta las turbulencias del alma. Coincidimos en el taller de poesía del escritor Aníbal Zaldívar, en Villa Gesell, cuando todavía era la normalidad que quince personas o más se juntaran una al lado de otra, formando un círculo para soltar versos y descubrir a sus autores. Era un sábado de febrero, de un terrible verano de 2020, cuando el asesinato de Fernando Baez Sosa todavía nos tenía con el corazón en un puño. Entonces Graciela recitó "Ojitos de chocolate", en su memoria, y su poesía conjugó con belleza un clamor de justicia, espanto y esperanza. Y después nos estalló la pandemia, pero fue durante la cuarentena eterna que el taller de lectura de Zaldívar se volvió virtual y así durante un año interminable, cada sábado la poesía se convirtió en salvavidas, una vez más. Con la dicha, además, de escuchar las poesías de Vergel semanalmente. A quién si no a ella podía entrevistar para describir el oficio de una poeta dentro de un trabajo práctico documental. Generosa y amorosa, Graciela reveló la primera poesía que redactó cuando era una niñita: 'Composición Tema la vaca', que transformamos en una pequeña animación. Y de sus audios surgieron las imágenes para el Diario de una poeta, en dos capítulos que podrían ser muchos más. Como todos los amaneceres en el mar que la poeta fotografió ininterrumpidamente el último año, recibiendo un nuevo título de 'amaneceróloga' que nos recuerda que, como sea, cada día vuelve a salir el sol y la poesía.

¿Cuánto tiempo piensa en la poesía?

Algunos poemas no entran dentro de la lógica del pensamiento. Surgen desde su puro estado original y ahí hay inmediatez. Cuando hay reescritura, los tiempos son variables. No hay algo fijo. Puede ocurrir que entre el origen de un poema y su reencuentro y resignificación pasen años. O que un poema recién nacido pueda ser prematuro en el ir hacia el otro.

¿Está buscando ideas todo el tiempo?

No hay una búsqueda, al menos consciente. Hay etapas en que se imponen temas o tópicos en cualquier momento y que suelen coincidir con momentos vitales, conmovedores. Hay períodos de sequía y hay que tolerarlos.
Suelo escribir de noche o ir a buscar al cuaderno las anotaciones que a modo de versos, surgieron durante el día. Pero el hecho poético puede aparecer en cualquier momento. Así como desaparecer y eso suele ser doloroso.

¿Cuándo y de dónde surge una poesía?

Todo puede ser motivo de poesía: el hecho poético es una manera de mirar, una manera de decir de una otra forma desde aquello cotidiano hasta lo extraordinario. Un racimo de uvas, un gran amor, un paisaje, un afecto, un zapato. Todo puede disparar al poema. Me gusta pensar en la pulsión poética como un derivado de la pulsión de vida. Como contrapartida de la pulsión de muerte, o como su sublimación. En ese sentido, como toda forma artística, la poesía es un conjuro contra la muerte. Algo que pulsa y repara o tiene sentido de elaboración.

¿En qué momento se escribe la poesía?

Llevo siempre un cuaderno conmigo. He llegado a escribir en el subte porque cuando la inspiración irrumpe no debe perderse. En algunas situaciones he llegado a escribir en el bloc de notas del celular o en un Whatsapp que tengo conmigo misma si no tengo el cuaderno. La ritualización consiste en dedicarme a la escritura en el silencio de la noche o acompañada por el sonido del mar. Puedo hacer anotaciones en el celular pero escribo predominantemente en el cuaderno, con letra cursiva manuscrita, siento que de ese modo la conexión con lo que fluye es más intensa, que el verso pulsa. Además valoro a mi letra, al grafema, cuyos rasgos no deseo perder. La computadora solo la uso como archivo. La lectura en voz alta viene después. Generalmente, cuando estoy cerca de compartir el poema.

¿Cuándo sabe que la poesía está lista para ser compartida?

Es un fenómeno subjetivo. En mi caso hago reescritura para eliminar lo que me resulta residual, cada vez me interesa más la austeridad poética. Soy rigurosa con la sintaxis y la ortografía, así que reviso siempre. No hay un momento determinado. A veces hay que parar para seguir con otros versos. Por lo general, después de hallar la elipsis deseada, me pongo un límite y concluyo.

¿Se sueñan poesías que después se escriben?

Es algo frecuente: soñar un poema. Es decir, escenas que nos despiertan y se escapan. Puede haber alguna reconstrucción posterior del contenido onírico, distante claro de lo que hemos alucinado. Suele ser, sino doloroso, al menos frustrante, porque tal como ocurre con los contenidos del sueño -cuyo universo es el Inconciente - actuará la censura onírica recortando, transformando, disipando. Tal vez, los poemas más bellos nacidos en el mundo de los sueños son los que más se asemejan a lo soñado, sin que tal ejercicio de la censura y sin que el procesamiento Preconciente de la palabra lo modifique tanto.


¿Qué espera de sus poesías?

Que obtenga resonancias. Que viaje lo más que pueda a través del lazo social, cuanto más se expanda, más reparatoria será, y - metafóricamente - estará más cerca salvarnos.

¿Recuerda de memoria sus versos?

No es algo que me interese. No hace tanto descubrí que me gusta leerlas en voz alta: en cada ocasión es como si las sintiera por primera vez. Tampoco memorizo los trabajos de los poetas que admiro.

¿A qué edad escribió su primera poesía?

Antes de iniciarme en la escritura formal, unía las palabras de tal modo que de mí decían: -la nena hace "versitos" -. Cuando me alfabeticé construía estrofas, las cantaba. Pero no las recuerdo, no tengo un registro. El recuerdo más remoto pertenece a mi Primer Grado Superior, y no fue precisamente una poesía, sino algo así como una precoz prosa poética. Ante la consigna de "Composición Tema la Vaca", escribí: "Pobre vaquita, cuando llueve, nadie le presta un paragüitas". Nada más, lo cual provocó una especie de decepción y cierto tono de desaprobación de la maestra. Como cuarenta años después, la retomé y resultó ser sí un poema con matices infantiles de índole reparatoria.



"COMPOSICIÓN TEMA LA VACA"

Tal vez por los excesos de la Urbe
siempre amé a las vacas

y a sus Ubres.
Es que la Vaca es maternal,
¡y yo tan desMadrada!
Querría cobijarla
cierta noche de luna en la campiña,
cantarle dulcemente:

¡"Duerme, Niña!"
¡Ay, de los ojos de Las Vacas!,
la leche les empieza en la mirada
cual farolitos azabaches
de mis Pampas.


Un día nos dijo la maestra:
-A ver, niñitos:
Composición Tema "La Vaca" -.
Todos pusieron
que tenía cuatro patas,
que nos daba la leche...
... y a mí se me dió por algo breve:
-"Pobre Vaquita,
cuando llueve
nadie le presta
un paragüitas" -.

- "Qué cosa corta y qué rarita"-
me dijo a mí la señorita.


-Si quiere ahora
se la alargo,
profesora -

No es ni la anchura
ni el largor
lo que una añora.
Lo que conmueve,
es el cuerpo manso
de La Vaca.

Quizás un día
deje de arrear
a la bestia

de la angustia
y me ponga a cantar:
-"Te quiero, Vacaaa.
¡Cuánto te quiero,
Vacaaaaaaa! -