El niño de Cinema Paradiso sigue proyectando películas en Pinamar

24.06.2021

Tiene 78 años y desde los 8 anda entre proyectores. Toda una vida dedicada al séptimo arte: desde su Gualeguaychú natal, donde se inició como operador, después de codearse en Buenos Aires con las estrellas de su juventud, ni la pandemia es motivo para que abandone su pasión por las películas que continúa proyectando en el Cine Oasis.

El Abuelo, una película que protagoniza Robert de Niro, destaca en la cartelera (mayo 2021) por el mítico actor de Hollywood . Junto a la taquilla, otro señor mayor recibe al público con amabilidad y una sonrisa que se adivina tras la mascarilla. El hombre que, además, se encarga de los proyectores acepta ser entrevistado para un pequeño trabajo documental sobre la situación actual del cine. Y resulta que su vida es de película: Olegario Víctor Andrade, de 78 años, asegura que desde niño vive entre máquinas y está dispuesto a compartir sus andanzas en un oficio que cambió radicalmente en las últimas décadas.

"EMPECÉ A TRABAJAR PARADITO EN UN

TABURETE PORQUE NO LLEGABA A LA MIRILLA

PARA HACER LOS CAMBIOS DE MÁQUINA"

"Yo tenía ocho años y en ese tiempo nos juntábamos los pibes del barrio para ir al cine los domingos. Pero nos daban permiso solo si antes íbamos a la iglesia", confiesa Andrade. En Gualeguaychú es donde nació su amistad con el operador que le enseñó todo sobre la vocación de su vida. "Le hacíamos los mandados y así teníamos la entrada gratis. Cuando se rompía la máquina teníamos que enrollar la película de 35 mm. ¡Ojo, que en aquella época se incendiaban, eran de acetato de amilo!", señala el hombre que también adora el deporte. "De chico jugaba al fútbol, voley, paleta, basquet, me daba tiempo para todo y también para pasar películas", rememora.

"Empecé a trabajar solo en las máquinas en el año 55, paradito en un taburete porque no llegaba a la mirilla para hacer los cambios de máquina. Y ahí se hacía con la mano, teníamos dos proyectores, mientras estaba proyectando uno tenía que cortar con la mano, pasar y cerrar la ventanilla para proyectar el otro. Después fueron automáticas, apretaba el botón y automáticamente se cambiaba", recuerda Andrade aquellos años cuando el cine era de celuloide y sus películas favoritas eran las de Chaplin, El Gordo y el Flaco y los Hermanos Marx. "Yo trabajé 35 mm en blanco y negro, después 70 mm", hace memoria sobre los films en color "marroncito, sepia" de Johnny Weissmuller, Gary Cooper y los de Alan Laad: "El rubiecito de cara redonda que se peleaba a trompadas limpias y no se le despeinaba el jopo", larga una carcajada.

"Después yo era pantalón corto y pasaba las películas de Isabel Sarli, 'El trueno entre las hojas', o las películas de Brigitte Bardot... Todas esas que eran prohibidas porque había un pequeño desnudex, las pasaba yo, tenía ese privilegio", revive con picardía lo estrictos que eran entonces con la calificación de las películas. "En mi juventud había mucho tabú, ahora no, es distinto todo, si ya los chicos lo ven todo en internet o la televisión", reflexiona.

EL ELECTRICISTA DEL 'STAR SYSTEM' PORTEÑO

Andrade emigró a Buenos Aires después de hacer el servicio militar. Eran los años 60 cuando comenzó a trabajar en una fábrica de letreros para subsistir, hasta que pudo volver a entrar en el ambiente cinematográfico y del espectáculo con su registro de electricista. "Trabajé mucho en Villa del Parque, en Devoto y después pasé al Teatro Tabarís, y ya estaba entre dos monstruos, que era el Ópera, enfrente, y al lado El Gran Rex". En la década del 70 fue cuando entró "en el teatro de la calle Corrientes 857", hace gala de su memoria. "Faltaba operador y vinieron a buscarme. Allí me quedé 33 años".

"EN EL GRAN REX HACÍA FALTA

OPERADOR Y VINIERON A BUSCARME.

ALLÍ ME QUEDÉ 33 AÑOS"

En el Teatro Alvear vivió Andrade su época dorada rodeado de estrellas porteñas: "Yo hacía la iluminación en el escenario y estuve con Mariano Mores, su hija Silvia Mores, Nito Mores, Hugo del Carril, El Chúcaro". En esos años también conoció a Alfredo Barbieri, Amelita Vargas, Luis Sandrini, José Marrone... De las artistas argentinas que tuvo la suerte de frecuentar se queda con Tita Merello "por arrabalera y muy nuestra", y con Nini Marshall, "que era chiquitita", a quien solía llevar en el ascensor del teatro. También guarda anécdotas con el mago David Copperfield: "A veces lo hacíamos volar y tenía que cerrar el telón porque se quedaba colgado". Otro internacional en su recuerdo es el español Rafael, "cuando era realmente 'El niño', con su tapado de chinchilla, cada vez que venía al teatro me saludaba porque se acordaba de mí".

DEL CINE AMBULANTE A LAS SALAS DE LA COSTA

Tras esos años esplendorosos llegaron otros con menos glamour y cambios tecnológicos que no amedrentaron a Andrade. "Para mí el paso al digital fue fácil, porque cuando yo no tenía nada hacía cine ambulante y entonces me compré el proyector en disquito, me acuerdo que me costó unos 700 dólares, semiprofesional, todavía lo tengo", comenta el proyectorista que en esa época se dedicaba a pasar películas en centros sociales y de jubilados.

"Después tuve que parar todo para volver a ser operador acá", dice refiriéndose al cine de la costa. Comenzó en una sala de la empresa en San Clemente y después de 7 años, pasó a Pinamar. "Venía por tres meses y todavía estoy acá, ya hace unos 10 años, y haciendo lo que más me gusta", sostiene Víctor.

LA REENCARNACIÓN DE TOTO, EN PINAMAR

Si hay una película que representa su vida, según él mismo afirma, es 'Cinema Paradiso'. "El chiquito ese era yo, porque así empecé". Aunque su maestro era de Concordia y se llamaba Carlos Ifraín. Todavía recuerda cómo se enfadó el día que agarró el rollo de película de costado y se "desenruló todo".

Era un trabajo peligroso y pesado, "antes venían las bolsas de rollo de 35, que pesaban entre 40 y 50 kilos, y eran 10 o 14 rollos, todos numerados, según la duración de la película", explica Andrade que ahora recibe la película en un disco rígido, "lo ponemos en el proyector y se graba".

VACUNADO Y EN ACTIVO

De momento, y una vez más (junio 2021), el protocolo permite que con distancia la gente pueda volver a disfrutar de la gran pantalla. La alegría volvió a las salas, donde huele a palomitas y a películas recién estrenadas. Andrade cuenta que pasó la cuarentena del 2020 encerrado viendo películas y deportes. "Pero ya me vacuné con las dos dosis y hasta me dieron la de la gripe", suspira aliviado y con ganas de seguir trabajando.

"Yo no puedo quedarme quieto, esto es mi vida, me mantiene la mente activa", considera el hombre que augura una larga y sana vida al séptimo arte: "Hay entusiasmo por venir al cine. No es lo mismo ver una película en tu casa, en el aparato de televisión, que en el cine. Por la imagen y la acústica, los detalles... Además, todavía hay chispa, de los que hacen la dirección, del que escribe el libro. Todo sigue como desde la época de los Hermanos Lumière", concluye Víctor con la misma pasión que Toto por las películas de su vida.

"TODAVÍA HAY CHISPA, DE LOS QUE HACEN LA DIRECCIÓN, DEL QUE ESCRIBE EL LIBRO... EL CINE SIGUE ENTUSIASMANDO AL PÚBLICO COMO EN LA ÉPOCA DE LOS LUMIÈRE"