Cristina Gut (79 años): “En el jardín me olvido de todo, es un verdadero cable a tierra”
Primer premio en el 𝐂𝐨𝐧𝐜𝐮𝐫𝐬𝐨 𝐝𝐞 𝐉𝐚𝐫𝐝𝐢𝐧𝐞𝐬 𝐀𝐛𝐢𝐞𝐫𝐭𝐨𝐬 𝐂𝐚𝐫𝐢𝐥ó 2020, Cristina vuelve a competir este 2022 sin la expectativa de ser premiada otra vez, pero sí con mucha ilusión por seguir compartiendo su amor por las plantas y flores. "No es un jardín de vivero, sino que refleja la fuerza de la naturaleza autóctona", describe en pocas palabras el jardín que desde hace 15 años cuida y moldea dedicándole varias horas por día. Un lugar donde asegura que es posible "olvidarse de todo, ser feliz y conectar con el poder de nuestra madre tierra".
El acer es el rey del jardín en otoño, según Cristina que se fascina con sus colores como si fuera la primera vez. Si bien "la primavera es una verdadera fiesta de flores, pájaros y abejas", en el precioso espacio que la rodea se puede apreciar el encanto de cada estación. La ganadora del Concurso de Jardines Abiertos Cariló 2020 recibe una vez más al prestigioso jurado de la competencia. "Realmente me sorprendió el premio, fue un reconocimiento a una labor de muchísimos años y me encantó", confiesa Cristina que no espera ganar otra vez, sin embargo, disfruta el poder compartir su amor por la jardinería, una afición a la que se dedica desde que tenía unos veinte años.
"Siempre me gustó y se fue dando poco a poco. Cuando era muy joven ya era socia del Garden Club. No hice talleres, pero leo mucho sobre plantas. Acá ninguna paisajista metió mano. Juan sí, él me da muchas ideas", señala sobre su marido, el director de cine Juan Carlos Desanzo, con quien se mudó a Cariló hace ya 18 años escapando de la inseguridad de Buenos Aires.
Licenciada en Economía de profesión, madre de tres hijos, abuela de nueve nietos y futura bisabuela en la próxima primavera, asegura que el jardín siempre es una gran ayuda para el cuerpo y para la mente: "En el jardín te olvidas de todo, realmente es un cable a tierra", asegura Cristina que con casi ochenta años, se ve ágil y fuerte trabajando con sus flores y plantas. La ayuda el jardinero Humberto, de la empresa de Marcelo Iturralde. Y su marido, de 85 años, también es muy colaborador. Es el propio Juan el que se encarga de cuidar la quinta que rebosa de tomates cherry, pimientos, albahaca, espinaca, coliflor y hasta habas que sembró recientemente.
"Rosas, geranios, salvias, calas... ahora tengo suculentas y cactus que antes no tenía", son solo algunas de las especies que posee. "Suelo ir a viveros, pero no compro mucho, soy más de cambiarme plantas con los vecinos. Hago muchas plantas de gajos, por ejemplo los geranios, los podo ahora en otoño para tenerlos muy grandes en primavera y les hago un vivero adentro para evitar el fuerte frío del invierno", nos revela uno de sus secretos.
Cristina le dedica "dos o tres horas al jardín en verano. En invierno casi nada, porque hace mucho frío y además, el jardín muere, se cuida solo, no se corta ni el pasto", afirma la jardinera que siempre está pensando en algo nuevo:
"Mis próximos proyectos en el jardín, son pavadas, pero hay una zona con tierra que de a gajos la voy a llenar de plantas. El año pasado nuestro proyecto fue agrandar la quinta y valorizar un camino que estaba muy feo y ahora quedó divino. Todos los años algo hacemos".
Es increíble pensar que un día ese terreno tan fértil estuvo solo cubierto de arena. La idea de la pareja fue siempre mantener los pinos, álamos y plantas autóctonas. Y así diseñaron "un jardín con movimientos" alrededor de su casa estilo colonial inglesa, donde los helechos copiosos tienen su propia historia: "Los primeros los encontramos en una vereda, los empecé a reproducir y ahora cubren toda la casa", nos cuenta Cristina.
Las rosas son sus flores favoritas y les dedica un cuidado especial. La pesadilla de Cristina son las hormigas. "Yo soy muy ecológica, pero con ellas no puedo, tengo que usar veneno. Hay muchas cosas como para no agredir a la naturaleza, pero con las hormigas es muy difícil", confiesa.
Entre sus experimentos más llamativos está el limonero que crece dentro de una maceta: "Está muy bien atendido, lo mimamos y alimentamos muchísimo y mira las flores y limones que tiene", remarca con orgullo. Se destaca también un liquidambar que trajeron muy pequeño de su antigua casa en Escobar. Y un palto que es regalo de un vecino. Entre los paspalum, las cortaderas y las hiedras es fácil imaginar la belleza del paisaje cuando todo se tiñe de azul al florecer las vincas.
"En general a los que quieran armar un jardín les aconsejaría que busquen plantas del lugar, porque no se enferman, crecen mejor, se adaptan mejor al lugar, las plantas que no son específicamente de la zona, les cuesta todo más, y se enferman más y hay que fumigarlas. Por eso este jardín es tan natural, tan con lo que hay y ya está", dice Cristina con la satisfacción de haber encontrado "nuestro lugar en el mundo en Cariló". Un lugar donde, además, disfruta visitando otros "jardines fantásticos que no se conocen mucho y son auténticas maravillas".