Alicia Corsini (93 años): “Para mí siempre fue una salvación el grupo de los Abuelos Narradores”

12.05.2022

Alicia Corsini es la mayor del grupo de Abuelos Narradores de Mar del Plata. Se inició como voluntaria en 2007 cuando tenía 78 años. La narración y las niñas y niños la salvaron de la tristeza, recién fallecido su marido Aldo. Por la cuarentena del 2020 ya no pudo regresar al taller que tantas alegrías le dio, sin embargo, Alicia sigue muy presente entre sus compañeras y compañeros narradores que la extrañan y admiran. La abuela más grande recuerda con cariño y gratitud ese "mundo mágico de la narración" que la hizo "muy feliz durante 12 años"

"Mi cuerpo tiene muchas dificultades, pero lo que más camina es el avión, no lo puedo parar", señala Alicia su cabeza y da gracias por su buena memoria. Al calor del sol de otoño, charlamos en el salón del hogar donde vive junto a su única hermana Bety. A nuestro alrededor, otros residentes conversan con las visitas, desayunan, andan... Nada interfiere en nuestro diálogo y Alicia revive los recuerdos de su paso por los Abuelos Narradores de Mar del Plata y otros detalles de su vida. En su voz y palabras, las historias más simples adquieren un tono especial, sobre todo, emanan amor hacia la vida, su familia y personas amigas.

"Cuando me inscribí en Abuelos Narradores éramos muchas, pero después viene el filtro y quedamos siete nada más, con Silvia Ferragine, una profesora excelente. Yo estaba en un mundo mágico, un mundo que no conocía, y aprendí, creo que aprendí bastante: a utilizar la gestualidad, la voz que es tan importante para los cuentos. Realmente me hizo feliz, me ayudó mucho, me apartó un poco de la soledad", rememora Alicia su inicio en esa actividad que la colmó de inolvidables y buenas experiencias en una época de pleno duelo por su marido Aldo, con el que convivió 59 años.

LOS CUENTOS DE LA INFANCIA

Lectora incansable desde pequeña, compartía esta afición con su compañero con el que tenían "hermosas charlas". Con sus sobrinos sigue intercambiando y comentando libros. A una sobrina nieta adolescente que comienza a mostrar interés por la lectura le recomienda Mujercitas, Mi planta de Naranja Lima, Chico Carlo y los cuentos de Horacio Quiroga. Títulos que marcaron su infancia y la introdujeron en un hábito que mantiene hasta hoy.

"Es muy hermoso narrar y trabajar con los niños. Eso es lo que desde un principio nos dijo la profesora: para hacer esto les tiene que gustar leer y los chicos, después lo demás viene solo, y realmente es así", comenta Alicia que tomaba nota de todo lo aprendido, tal y como les recomendaba la profesora, que era "muy estricta". Alicia cuenta que ese primer curso, antes de las vacaciones de invierno, Ferragine les anunció que debían prepararse porque luego les iba a tomar una evaluación. "Así que nos reuníamos para estudiar. Era difícil, porque yo procuraba hacer una síntesis y no me resultaba, hasta que se me ocurrió hacer un cuestionario. Se lo pasé a las chicas, y fue mucho más sencillo recordar. Cuando nos tomó el examen, la profesora nos dijo: chicas esto no es común, porque tengo tres excelentes y dos muy buenos. Fue una gran alegría porque se había armado un grupo donde todas teníamos muchas ganas de hacerlo bien", explica con entusiasmo.


"Para mí siempre fue una salvación el grupo de Abuelos, porque además de tener las clases o de ir a narrar, hacíamos salidas juntas, por eso te digo que se hizo un grupo muy lindo. Siempre yo era la mayor, porque ya tenía 78 años cuando empecé, pero tenía fuerzas, todavía podía moverme bien. Entonces me resultaba fácil", afirma Alicia que recuerda como si fuera ayer esos encuentros en los jardines municipales.

Alicia fue designada en el jardín Nº 26, en Parque Palermo, junto a Silvia Campos y Liliana Boldrini, donde las tres asistieron a narrar cada mes durante siete años. "Me acuerdo de muchas cosas de ese tiempo, porque no es un edificio como un colegio, es una casa adaptada. Desde la directora, maestras, hasta el personal, eran todas tan cariñosas, nos recibían tan bien. Los chicos cuando nos descubrían gritaban emocionados: llegaron las abuelas", cuenta Alicia que guarda "los mejores recuerdos del 26". Después por una operación de cadera se le complicó viajar tan lejos, así que las cambiaron al jardín Nº 15 y luego al Nº 6 de Alto Camet. Disfrutaba mucho cada vez que iban al jardín: "Era muy hermoso ver las reacciones de los chicos cuando les narrábamos. Alguno venía y se sentaba en nuestra falda, o nos agarraban de la mano..."

El afecto de los niños es tan sanador como la interacción con los pares dentro de esta actividad, y así lo confirman sus vivencias. "Reunirnos para preparar las narraciones era toda una ceremonia, el té, la conversación y después el repertorio. Para eso me rodeaba de libros para ver qué cuento me gustaba. Porque también Silvia nos decía eso, el cuento te tiene que gustar, si no no lo podes narrar. Y bueno como afortunadamente yo acumulé varios libros siempre tenía alguno diferente para poder variar y no contar siempre lo mismo", remarca Alicia.

LOS LIBROS DE LA VEJEZ

Alicia está leyendo Nadar de Noche, de Juan Forn. La muerte del escritor el año pasado le impactó. "Lo siento muy presente en su escritura, me gusta mucho su estilo", comenta Alicia sobre su actual lectura que no la impide ni las cataratas que aún no se pudo operar, primero por la pandemia y luego porque se fracturó un brazo. Los problemas de salud que traen los años complica mucho las tareas cotidianas, por eso con su hermana decidieron mudarse juntas a una residencia donde se sienten a gusto y bien atendidas. Comparten habitación con Bety que teje sin parar conjuntos para recién nacidos que su hija luego dona a Cáritas o al Materno Infantil.

Mientras su hermana teje, Alicia vuelve a viajar a través de los cuadernos en los que apuntaba cada detalle de los recorridos que hizo con su marido y familia por distintas regiones de Argentina. Su sobrina Fernanda está tan entusiasmada como ella con la relectura de los diarios de viajes que hicieron juntas.

"Extraño mucho a los Abuelos, yo era muy feliz en las clases y muy feliz yendo a narrar. Si no no sé qué hubiera sido de mí"

Alicia destaca el maravilloso acto en el que celebraron sus 90 años. "Las chicas de eventos prepararon todo tan, pero tan bien", dice sobre ese fin de ciclo con la profesora María Victoria Padin. "La profesora de música Belén fue con su violín y el hijo de Victoria con su teclado y cantamos el himno, entre otras cosas que fueron preciosas en ese cierre de curso. Y yo narré. La profesora estaba muy preocupada porque yo nunca les contaba que iba a narrar y los sorprendí con La niña Sapa, de Eraclio Zepeda que está en el libro de Ana María Bovo. Lo tuve que adaptar porque siempre narramos en tercera persona. Y realmente yo me quedé muy conforme con lo que había logrado. Así que fue un final hermoso, porque después ya entró lo de la pandemia y tuvimos que dejar y algunas no vamos a volver más, por supuesto. Yo menos que ninguna", concluye Alicia sin dejar de agradecer a sus profesoras, compañeras y compañeros narradores con los que vivió en "un mundo mágico".